martes, 3 de julio de 2007

La Locura - Mario Benedetti

"Cuentan que una vez se reunieron en algún lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los seres humanos. Cuando el Aburrimiento habí­a bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca les propuso: ¿vamos a jugar a las escondidas? La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad sin poder contenerse le preguntó: ¿a las escondidas? Y ¿cómo es eso? Es un juego, explicó la Locura, en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego. El Entusiasmo bailó entusiasmado secundado por la Euforia. La Alegrí­a dio tantos saltos que terminó convenciendo a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba hacer nada. Pero no todos querí­an participar. La Verdad prefirió no esconderse ¿para qué? si al final siempre la hallaban. Y la Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en realidad lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la Cobardí­a prefirió no arriesgarse. Uno, dos, tres... comenzó a contar la Locura. La primera en esconderse fue la Pereza, como siempre tan perezosa, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo habí­a logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzó a esconderse, cada sitio que hallaba le parecí­a maravilloso para algunos de sus amigos: que un lago cristalino para la Belleza, que una hendidura en un árbol era perfecto para la Timidez, que el vuelo de una mariposa era lo mejor para la Voluptuosidad, que si una ráfaga de viento no era magní­fica para la Libertad. Así­ terminó por acurrucarse en un rayito de sol. El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio: aireado, cómodo pero sólo para él. La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira, se escondió detrás del arco iris). La Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes. El Olvido se me olvidó dónde se escondió, pero eso no es lo más importante. La Locura contaba ya novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve y el Amor no habí­a aún encontrado sitio para esconderse entre sus flores. Un millón contó la Locura y comenzó a buscar. La primera que encontró fue a la Pereza, a sólo tres pasos detrás de unas piedras. Después escuchó a la Fe discutiendo con Dios sobre Teologí­a, y a la Pasión y el Deseo los sintió vibrar en los volcanes. En un descuido encontró a la Envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él sólo salió disparado de su escondite, que habí­a resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza, y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una cerca sin decidir aún dónde esconderse. Así fue encontrando a todos. Al Talento entre la hierba fresca. A la Angustia en una oscura cueva. A la Mentira detrás del arco iris, (mentira!, en el fondo del mar). El Olvido ya se habí­a olvidado que estaba jugando a las escondidas. Pero sólo el Amor no aparecí­a por ningún sitio. La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y pensó: - El Amor siempre tan cursi, seguro se escondió entre las rosas! Tomó una horquilla y con locura, comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido los ojos del Amor, la Locura no sabí­a que hacer para disculparse: lloró, rogó, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó en la Tierra a las escondidas, el Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña."
MARIO BENEDETTI

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